En Austin, Texas, un colegio comprime en dos horas lo que cualquier otro hace en ocho. Todas las asignaturas, de matemáticas a lengua, caben ahí. El resto del tiempo, los alumnos lo dedican a otras actividades: hablar en público, trabajar en equipo o sencillamente realizar un proyecto personal. Se deja espacio para el desarrollo de habilidades blandas.
Your new post is loading...