Clasificar es sencillamente representar el contenido de una obra mediante un signo o código de signos, generalmente numérico o alfanumérico, que simboliza una clase o categoría dentro de un sistema de clases y subclases.
Una clasificación bibliográfica divide el conocimiento humano -o una parte de él- en unas cuantas categorías y sirve para adscribir los documentos que integran nuestra biblioteca a alguna de esas categorías.
Como ya hemos mencionado, en las bibliotecas escolares y otras bibliotecas de acceso directo, los documentos se colocan en las estanterías ordenadas por materias, y para ello se utiliza la clasificación. El procedimiento lo veremos en el apartado dedicado a la signatura topográfica.
Existen distintos sistemas de clasificación; algunos, los llamados universales, abarcan todos los conocimientos; otros, los especiales sólo algún sector o campo de dichos conocimientos. Dentro de los sistemas universales, el que más trascendencia ha tenido a nivel mundial es la C.D.D. (Clasificación Decimal de Dewey), elaborada por un bibliotecario norteamericano a fines del siglo XIX. Esta clasificación bibliográfica, que aún se utiliza en algunas bibliotecas, sirvió de punto de partida para el sistema más extendido hoy día: la C.D.U. (Clasificación Decimal Universal).