Para introducir cambios y mejoras tenemos que identificar claramente en qué nos estamos equivocando, es decir, en qué estamos fallando. Por este motivo me gustaría abordar un asunto que me preocupa y mucho: la gente que se dedica a intoxicar y provocar malestar en el clima del mundo de la educación impidiendo de este modo las aportaciones que nos pueden ayudar a avanzar y mejorar. Esta gente tóxica la encontramos en los claustros de profesores, en las familias, en los equipos directivos, en las AMPAS, etc. Pero, ¿cómo podemos identificar a esta gente y protegernos ante ellos fomentando organizaciones inteligentes?
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