Al amanecer del primer día de mayo, el diplomático Lewis Baker fue despertado abruptamente por el estruendo de cañones y por el sonido de música militar proveniente de las calles. Su desconcierto se alivió solo cuando abrió el periódico de ese día. Así descubrió que el escandaloso despertar se debía a la celebración del trigésimo octavo aniversario de la rendición del filibustero William Walker.
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