En el corazón de San Pedro Sula, la ciudad más violenta del mundo, hay una cárcel que presume de vivir en paz. Un ladrón de 27 años que decapitó a su antecesor la gobierna con el respaldo de la mayoría de presos, que le consideran su benefactor. Foto: policías hondureños esperando la orden de ingresar al penal para sofocar una riña entre reclusos.