Hay una pedagogía que cae en la tierra y fructifica. Como la buena semilla, toma de la tierra, del agua y del sol el alimento y crece hasta convertirse en un robusto árbol bajo cuyas ramas nos cobijamos y crecemos: es una pedagogía orgánica. Sin embargo, hay otra pedagogía que envenena la tierra y cuyos frutos no tienen sabor ni son sanos para el ser humano: es la pedagogía tóxica y sus raíces se extienden por todas las materias y ámbitos del sistema educativo. María Acaso la detectó en la educación artística pero en la educación digital también hay pedagogía tóxica.