La etapa de la planificación es una zona de confort, puesto que, psicológicamente, tenemos la idea de que mientras más planificamos, mejor preparados estaremos al momento en que las cosas sucedan. Esta creencia, por una parte, puede ser peligrosa, ya que nos hace perder la flexibilidad para adaptarnos en caso de que surjan cambios o novedades (es imposible estar preparados para absolutamente todos los escenarios) y por otra parte, puede llevarnos a confundir procrastinación con planificación: si pasamos más tiempo buscando la app perfecta para hacer nuestra lista de tareas que el que necesitaríamos para llevar a cabo las tareas en sí mismas, es evidente que el uso que estamos haciendo de nuestros recursos es menos que idóneo.