La Taxonomía de Bloom establece una serie de objetivos de aprendizaje jerarquizados de menor a mayor complejidad cognitiva. ¿La finalidad? Facilitar el diseño de los ejercicios y actividades adecuados para cada etapa, además de garantizar un aprendizaje que perdure toda la vida. Aunque desde su creación en 1956 ha pasado por diferentes revisiones para adaptarse a las necesidades educativas (y digitales) de cada época, la irrupción de la IA y de herramientas como ChatGPT o Gemini plantea nuevas posibilidades a los docentes para aplicar este recurso. Explicamos a continuación seis ejemplos de cómo el uso de la inteligencia artificial puede ayudar tanto a evaluar como a crear experiencias educativas que permitan lograr las habilidades de aprendizaje definidas en los diferentes niveles de la Taxonomía de Bloom.