En 1589, Galileo Galileo demostró que la masa no afecta la atracción gravitacional y que, teóricamente, todas las cosas deberían caer al mismo ritmo, independientemente de lo pesadas que sean. Varios siglos después, el comandante del Apolo 15, David Scott, probó esta teoría en la Luna.
La divertida anécdota en homenaje a Galileo ocurrió en 1971, último día en la Luna para Scott. Como vemos en el siguiente vídeo, el astronauta tomó un martillo de algo más de un kilo. En la otra mano, una pluma de alrededor de 30 gramos, es decir, muchísimo más ligera que el martillo.