Como parte de la serie Esas maravillosas partículas, en la que desentrañamos algunos de los misterios de las partículas subatómicas (fundamentales o no), y después de hablar de un tipo de mesones, los piones, hoy nos dedicarmos a otro mesón: el kaón.

A pesar de que los kaones no tienen un gran efecto directo sobre lo que observamos, ni duran demasiado tiempo, son de una enorme relevancia para la física de partículas, puesto que introdujeron una nueva propiedad de las partículas (además de la carga, masa, etc.): la extrañeza.

Como recordarás de artículos anteriores de la serie, hasta que se empezaron a construir los aceleradores de partículas, con los que se podían generar partículas inestables más o menos a la carta, los físicos se veían obligados a tratar de detectar las que se producían naturalmente (la mayor parte de ellas originadas por los rayos cósmicos en las capas altas de la atmósfera).