CVC. El Trujamán. Profesión. La traducción en escena (9). De visita (de estudios) en la SGAE, por Francisco J. Uriz.
Una visita a la SGAE es instructiva y proporciona datos curiosos. Primero, la mayor parte de las versiones de Strindberg están firmadas por personas desconocidas en el campo de la traducción del sueco, ya sea de novela, poesía, ensayo, etc.
En la SGAE pude encontrar una amplia nómina de versionadores de Strindberg ninguno de los cuales ha traducido nada del sueco.
En algunos casos de representaciones de pequeños grupos independientes no constaba siquiera el nombre del traductor porque ¡se había perdido esa página de la fotocopia!
Y encontré títulos que harían feliz a José Luis López Muñoz, por ejemplo la pieza de Strindberg La más fuerte se titula en una versión Tulipanes y chocolate sin duda porque la protagonista toma chocolate y las zapatillas del marido llevan bordados unos tulipanes. Siguiendo ese modelo Condesita y criado podía ser el nuevo título de La señorita Julia.
Salí con la impresión de que en cultura la idea del «todo gratis para el pueblo» no es sólo cosa de internautas. La persona que compra un ejemplar de una traducción —o hace una fotocopia, «copiar no es robar»— de un autor muerto hace más de setenta años considera que ya tiene los derechos. Manejan la traducción como si fuera de su propiedad por el hecho de disponer de un ejemplar del libro (o una fotocopia) sin entender que es gallina de otro corral.
Y es curioso porque las cantidades que les he pedido a los grupos independientes que me han solicitado los derechos de representación son —si no gratis— ridículas.
En un mundo en el que mete mano el que la encarga, el director de escena, el versionador y los actores, el traductor debe darse por fastidiado. Se aprovechan del trabajo ajeno como otros de la plusvalía. Pero ni una cosa ni otra es robar.