La introducción de tecnología en el proceso educativo no tiene ningún sentido si no modificamos radicalmente tanto las metodologías en las que se basa la educación, como los supuestos objetivos que trata de cumplir. Pensar que el proceso educativo del futuro va a seguir basándose en memorizar conocimientos para volcarlos en un examen unas semanas después y olvidarlos posteriormente es, sencillamente, no haber entendido nada.