A pesar de que está ampliamente aceptado que el uso de la red es beneficioso para el proceso de enseñanza y aprendizaje y la docencia en general, es habitual encontrarse en los Centros con reglamentos muy restrictivos con los dispositivos móviles y el propio uso de redes sociales. Las redes sociales se han instalado en la vida cotidiana (y profesional), incluso entre la comunidad educativa de estos centros con políticas restrictivas (alumnos que se comunican mediante mensajería instantánea, docentes que comparten materiales en la red con otros compañeros, departamentos que organizan su información en la red…), pero si se comete el error de dar la espalda a esta realidad, el uso de las redes carecerá de orden y se utilizarán sin la regulación necesaria para sacarles el máximo partido académico. Para ello, en primer lugar, resulta básico evitar esas políticas restrictivas y promoviendo que los agentes que participan en el proceso educativo puedan usar libremente sus dispositivos (fomentando la política conocida como BYOD).