Soy una persona a la que le gusta la tecnología, no lo puedo negar. Lo anterior no quiere decir que solo vea las cosas positivas de la tecnología, existen sus lados negativos que, probablemente, no provienen de la tecnología en si, sino del uso que hacemos los humanos de ella, pero que no debemos obviar. Es indiscutible el poder de absorción y de banalización que tiene y que sin lugar a dudas no beneficia a nada. En un post anterior, ya hablé de “la muerte de la conversación” sobre la que nos alerta Bauman y que cada vez acecha con más fuerza nuestras relaciones sociales.