Si las tarjetas de los Óscar hubieran tenido un diseño mejor se podría haber evitado el embarazoso final de la ceremonia, cuando se anunció incorrectamente el título de la producción premiada como mejor película. Por no mencionar el caso del anuncio de Miss Universo en 2015. Las consecuencias del mal uso de la tipografía no terminan aquí: es probable que el mediocre diseño de las papeletas en las elecciones del año 2000 influyeran en el resultado, mientras que una fuente poco legible usada en etiquetas de medicamentos podría haber causado medio millón de casos de dosificaciones erróneas.