Desde hace décadas, España se encuentra en la encrucijada de la educación: el sistema genera miles de perfiles cada año que el propio mercado laboral es incapaz de absorber. Varias reformas educativas después, la ecuación parece que sigue sin encajar. Aunque algunas variables como el abandono temprano escolar se han reducido (ha pasado del 31% al 18% en 10 años), el desempleo y la cualificación excesiva siguen siendo un lastre tanto para la productividad como para el sistema educativo. Por eso ahora, más que nunca, es necesario que los estudiantes, además de formación, adquieran ciertas habilidades transversales.