En la mitad del segundo decenio del siglo XXI, el debate sobre la necesidad y oportunidad de utilizar portafolios de aprendizaje y desarrollo continuo de competencias y profesionalidad ya está, afortunadamente, superado. De ahora en adelante la atención se centrará en el diseño de los mismos y la evaluación acerca de su mayor o menor efectividad, en términos de calidad, eficiencia y eficacia, como instrumento didáctico, para cualquier programa educativo o de formación, y también cual herramienta de gestión de la diferencia del talento de las personas en las organizaciones.