Saber estar en el aula es también un aprendizaje para el docente. Ser capaz de tener una narrativa, sin pretender embaucar a los más ingenuos, corrigiendo, explicando, valorando positiva o negativamente los aprendizajes y desde la honestidad con la escuela que representas, es crucial en nuestro ejercicio profesional. Admiro a esos profesores y profesoras que no paran en toda la hora, que no se sientan ni un minuto, que se desgañitan, cuentan y explican, siempre solícitos, en ese pequeño cosmos poblado por alumnos.