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Ya hemos explicado en alguna ocasión que ser un «hacker», por la propia definición de la palabra, no es algo negativo. Otra cosa es ser un ciberdelincuente, que es distinto.

Puntuada con un mísero 6,2 en la Internet Movie Database, cuando se estrenó Hackers, de Iain Softley, hace ya más de dos décadas (1995) todo el mundo andaba un poco flipadillo con lo de la «nueva era de Internet» y sobre todo con eso de los «hackers». En realidad mucha Internet no había, al menos a nivel «popular»; la Web estaba en pañales, casi todo el mundo navegaba «por dentro» de CompuServe y AOL y el término más repetido en el hype era superautopista de la información.

Si tu equipo está personalizado con pegatinas que tú eres capaz de ver de una pasada, te permite saber si tu equipo está en su sitio o no está en su sitio. Pensad que cuando tienes que dar conferencias tu equipo debe ser tocado por técnicos que lo tienen que probar, a veces tienes que dejarlo en el atril antes de tu charla o después de tu charla porque no quieren que entres con él cuando subas al escenario, etcétera.

Eran las doce de la noche en Dallas cuando empezaron a sonar las 156 sirenas de emergencia despertando a los vecinos y saturando las líneas telefónicas de emergencia. Más de 4.400 llamadas. Son sirenas que se emplean para alertar de condiciones climáticas de riesgo. Pero los alertados vecinos creyeron estar ante ser un aviso de bomba u otra emergencia similar.

Cinco jóvenes ganan un concurso del Instituto Nacional de Ciberseguridad que busca promesas en un área en el que faltan profesionales