La simplicidad de estas farolas es impresionante. La lámpara LED de 3 vatios se conecta a un controlador y una batería que se recarga gracias a un pequeño panel solar. Y para proteger la lámpara, nada mejor que las citadas botellas de plástico, algo que hace que el conjunto completo cueste apenas 70 dólares y que no necesitará infraestructura alguna para funcionar de forma autónoma. El resultado es -de nuevo- literalmente brillante.