De un tiempo a esta parte, todo el mundo quiere medir concentraciones de gases. Estamos muy sensibilizados con nuestra salud y las administraciones públicas estatales y europeas, no paran de sacar normativas forzando a controlar la calidad del aire en las zonas de acceso público, lo que no está mal, pero acaba generando una cierta psicosis de inseguridad entre los peatones, ciertamente indocumentados en estos menesteres y con poca información relevante para evitarlo.