El aceite del motor es fundamental para su funcionamiento, reducción de desgastes y duración. Además de reducir rozamientos y desgastes entre los diferentes componentes del motor, el aceite llega a zonas muy calientes enfriándolas además de engrasarlas.
Para ejercer su capacidad lubricante el aceite ha de llegar a 90º, por lo que es importante no exigir al motor en fase de calentamiento. La capacidad refrigerante del aceite depende de que se mantenga a temperaturas no demasiado altas. Con exceso de temperatura el aceite, además de no poder enfriar elementos vitales del motor, se oxida reduciendo sus capacidades lubricantes y degradándose prematuramente.