EL PAÍS 23 ENE 2014 - 00:00 CET
Ir al cine con frecuencia y con gafas puede resultar altamente sospechoso en los tiempos que vuelan. Tan sospechoso como que una decena de guardias saquen de la sala, cerquen e interroguen a un espectador que veía una película con sus gafas graduadas en compañía de su esposa. El norteamericano T. U. fue interrogado durante tres horas por policías, guardias y finalmente un detective de laMotion Picture Association of America, acusado de grabar con las gafasGoogle Glass. Pese a declarar que llevaba las gafas por prescripción médica, y que las tenía apagadas al igual que sus dos smartphones, T. U. fue obligado a descargar el contenido de las gafas y a contestar a preguntas personales. Tras comprobar que el espectador era cegato más que pirata, la MPAA le regaló un par de entradas. Y hasta la próxima.
Permanezcamos atentos a la pantalla, pero, por si acaso, con las gafas apagadas.