2ª Parte - La familia homoparental | Curiosa Biología | Religiones. Una visión crítica | Scoop.it

Tras conocer las razones que nos llevan a excluir la homosexualidad de toda consideración mórbida: ¿quiénes somos nosotros para juzgar a los gais? ¿Os resulta esta pregunta un tanto familiar?

            Recuerdo que aquellas palabras del papa Francisco causaron fervor en los medios de comunicación de todo el mundo. Pensadlo bien: el máximo representante de una institución tan conservadora e ideológicamente intransigente como la Iglesia Católica, rechaza que la homosexualidad deba ser merecedora de la desaprobación que ha recibido durante siglos, negando que los homosexuales no puedan llevar una vida acorde a la doctrina católica. Un notición, ¿no?

           Pues no. En realidad, nada de lo que dijo contradice la doctrina de la Iglesia ni se postula contra el consenso clerical. Recordemos las palabras exactas que pronunció el papa:

          “Si una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarlo? El catecismo de la Iglesia católica lo explica de forma muy bella. Dice que no se debe marginar a estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad. El problema no es tener esta tendencia.”

          Y esto es cierto. Si nos dirigimos una vez más al infalible Catecismo podemos leer que “2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad". Es decir, el verdadero problema no es la orientación sexual sino el acto sexual en sí. Por esta razón, cualquier homosexual puede considerarse objetivamente católico, aunque para ello deba obedecer a su compromiso con la castidad y renunciar a mantener relaciones.