Un medio, poco importa cuál, informa: «Mariano Rajoy ha vuelto a levantar polémica entre los periodistas y los medios de comunicación por anunciar los cambios en la cúpula del Partido Popular haciendo uso de la pantalla de plasma». Textual.
¿Polémica?, ¿dónde, cuándo, quiénes, cómo…? Lo cierto es que esa polémica ni siquiera da para hacer la entradilla.
El poder ejecutivo y el partido de gobierno convocan falsas ruedas de prensa, eso es cierto, pero lo de la polémica es sensacionalismo; exactamente: es una exageración cuya única utilidad real es justificar (o tapar) el silencio de la práctica totalidad de los propietarios de medios y la vergonzosa pasividad (o escasa relevancia) de las organizaciones profesionales y sindicales del sector.
El escenario lo completan los periodistas, que en general (no todos) ya son obedientes mandados, corderitos o lo que es peor: "supervivientes" que laboran con la angustia de que en cualquier momento pueden ser degradados, marginados o incluso despedidos .