Lo de Aznar como comisionista de Abengoa para venderle desaladoras al dictador Gadafi huele a lo  éticamente reprochable. Que sea legal, como dice el ex-presidente del gobierno de España, no significa que sea lo correcto. Porque me parece que quien se ha sentado en La Moncloa y ha presidido el consejo de ministros de este país debe dar un ejemplo de moralidad, de ética y de compostura. Por eso es correcto que, con carácter vitalicio, nuestros ex-presidentes gocen de despacho oficial, secretaria, asistente, coche oficial, chófer y sueldo. 

Pero no para hacerse rico y que sus asistentes les hagan gestiones como comisionista. Debería trabajar para el Estado, haciendo gestiones dados los contactos que su paso por la presidencia le han proporcionado. No es de recibo que utilice estas influencias en hacer negocio privado. Sus contactos, sus relaciones, se pagaron con dinero público. No son fruto de sus actividades privadas. Por eso sería bien venido que la legislación futura pusiera coto a actividades como la de Felipe González, la de Aznar, que ahora sabemos que estuvo negociando con el dictador venezolano para venderle armas.