(2019-09-24) El 27 de septiembre, este próximo viernes, la ciudadanía de todo el mundo está llamada a una huelga en favor del clima, una movilización histórica para hacer frente a la emergencia climática y sus causas. Es urgente que nuestros gobernantes, a todos los niveles, sientan la urgencia del momento y la necesidad de acometer cambios estructurales. Ya no sirven medidas cosméticas, con mucho autobombo pero sin impacto sobre la realidad, sobre las emisiones de gases de efecto invernadero, por ejemplo.

Cómo no felicitarnos por el interés del Gobierno de Navarra por la materia, recibiendo y apoyando incluso a los convocantes de la huelga. Pero los hechos son tozudos: la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que ya estaba prevista y redactada en la legislatura anterior, llega tarde, muy tarde. Cada vez más partidos incluyen en sus discursos los retos del clima, la economía verde y el medio ambiente; se empiezan a leer teóricos apoyos a lasocioecología, promesas de nuevos modelos de movilidad o la necesidad de empezar una verdadera transición energética. Señales positivas, sin duda, pero muy lejos de las medidas que se han tomado y se toman en otros países de la Unión Europea, con políticas estables y conformes a las directivas europeas en vigor para reducir los impactos sobre el planeta y cambiar nuestros hábitos de forma duradera.