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(2017\06\01) El desarrollo urbano ha arrinconado en muchos casos a estos árboles viejos, por ejemplo en los remozados paseos en torno a los ríos. Cárcamo considera que ambos usos no solo son compatibles, sino que “es muy necesario integrar estos árboles en la planificación urbana. Nos permite mantener lo peculiar de nuestras ciudades a la vez que mantenemos las oportunidades para la fauna y la flora urbana, cosa por otro lado nada fácil. Los árboles viejos en su medio natural dan información de los usos que se han dado y en las ciudades son testigos de nuestra historia”, explica. “Los árboles viejos ya lo eran hace muchos años; están adaptados a envejecer durante muchos años y son capaces de generar tejidos a lo largo de toda su vida. Eso les permite tener unos ciclos de vida muy largos, por eso es importante plantear la gestión del arbolado a escala de árbol, y no a escala humana”, dice.
Con el objetivo de proteger determinados árboles singulares, el Gobierno de Navarra creó a comienzos de los 90 el Catálogo de Monumentos Naturales. “Desgraciadamente no hay una línea de actuación unificada, pero ya se está produciendo un cambio de mentalidad dentro y fuera de las instituciones. Aunque cada vez hay más sensibilidad e interés por aprender cómo conservar los árboles viejos y plantear una gestión respetuosa, aún queda mucho por avanzar”.
