Los "me gusta", las fotografías que colgamos, los artículos que compartimos, las ubicaciones que añadimos a nuestras imágenes o las opiniones que vertemos en redes sociales son una suerte de ADN de nuestras vidas, una serie de datos muy valiosos cuyo poder no deberíamos subestimar, especialmente si caen en manos de los hackers.
Si nuestros datos son usados para mandarnos publicidad personalizada u ofertas de empleo a medida, en contrapartida también pueden ser usados por ciberdelicuentes para planificar ataques o conseguir rédito económico.