Brecha 19/10/2012
By Eliana Gilet
La marcha más populosa del año se produjo el jueves 11 de octubre. Fue convocada por organizaciones escasamente conocidas. Es fácil describirla sumando presuntas identidades: cañeros y estancieros, hippies desterrados del Cabo y gurises nacidos en asentamientos de Malvín Norte, entre otras. La clasificación podría ocultar el nacimiento de identidades nuevas.
El centro hervía el jueves a las seis de la tarde. Una especie de furor transformado en apuro se reflejaba en las caras de los transeúntes, tanto como el sol que a esa hora se ubica entre las filas de edificios, recortando una perfecta silueta de la ciudad a los ojos de los que van para la Ciudad Vieja.
En esa dirección, un par de motos de tránsito vienen cortando la mitad de la calzada. Y justo detrás aparece un enjambre de banderas de Artigas, flameando llevadas por un centenar de jinetes. Manejan sus caballos por 18 de Julio como si de bicicletas se tratase. En la uniformidad que presentan en sus ropas camperas se atisban diferencias: alternan las caras surcadas de arrugas profundas, quemadas por el trabajo al sol, con otras más tiernas, más jóvenes, debajo de iguales boinas y sombreros.