El rock nos ha acompañado por décadas, sonriendo, besando,
haciendo el amor, bailando, contemplando, sufriendo,
conversando, comiendo, trabajando, esperando, deseando,
imaginando, sintiendo, ardiendo, llorando, abrazando,
mirando, leyendo, escuchando, compartiendo, fumando,
bebiendo, cantando, tocando. Ha estado ahí, como una
atmósfera, como un fondo, como el aire, fiel, constante,
impertinente, cómodo, sutil, agresivo, tenue, autoritario,
fragante, asqueroso, bello, inspirador, pedagógico, distractor,
rabioso, dormilón. En principio no se trata de saber ni
entender, sólo de estar, vivir, continuar. Pero no es suficiente,
también necesitamos entender para seguir. Una cita con
nuestra sombra y la luz que la proyecta en forma extraña.
Así que ahora toca pensar al rock, casi una perversión, una
blasfemia, una mentira.
Este es un apunte sobre un proyecto en proceso y en
progreso, un programa emergente sobre Ingeniería en
Comunicación Social del rock.
Ciudad de México: Innovación Editorial Lagares, bajo el sello
editorial: Piedra y Campana, 2019,