El primer concepto de libro digital probablemente nació en los setenta, con el Proyecto Gutenberg. Desde 1971, esa iniciativa digitaliza textos en el dominio público y los distribuye gratis (hoy, según su web, www.gutenberg.org lleva digitalizados más de 100.000 títulos). En ese momento no existían dispositivos especiales para esos archivos, sino que debían ser leídos en computadoras o impresos.
En los años ‘90 surgieron varios dispositivos (Rocket e-book, SoftBook Reader) que prometían revolucionar la industria editorial y amenazaban directamente al libro de papel. Pero por una variedad de motivos pronto quedaron en el olvido. La presente década vio el nacimiento de otra promesa, la tinta electrónica, que con su alto contraste permite la lectura a pleno sol, además de tener bajo consumo y otras virtudes. A su vez, el reciente éxito comercial del Kindle (el e-book reader de Amazon), la iniciativa Google Books (que tiene pretensiones digitalizadoras casi universales) y el renovado furor que rodea a las tablets (de las cuáles la iPad de Apple es el ícono principal) contribuyen a la efervescencia del sector. Sin embargo, como se argumentará, la industria editorial todavía está en transición, sufriendo mutaciones que la alejan de la matriz forjada en el capitalismo industrial, pero todavía lejos de estar estabilizada en un nuevo modelo acorde con el emergente capitalismo
cognitivo.
TELOS. Revista de Pensamiento sobre Comunicación, Tecnología y Sociedad, n° 104 - Junio - Septiembre 2016