Una de las crueles paradojas de la crisis, cada vez más abrumadoramente evidente, es que su gestión ha estado, y continua estando, en manos de quienes la provocaron. Con ello han conseguido no sólo inmunidad e impunidad sino además generar un escenario postcrisis en que aumentan su peso los poderosos intereses que representan y que difieren sustancialmente de los del conjunto de la sociedad.