En estos últimos tiempos están apareciendo en ámbitos educativos muchos docentes que están ejerciendo de “curadores de contenidos” (content curators). Esa palabreja, muy cool en su inglés de origen y, mucho más chapucera en las versiones hispanas de sanador/curador de contenidos, tiene su origen en diferentes autores que consideran al curador de contenidos como:
Una persona / empresa que se dedicase a escanear la red en busca del mejor contenido y lo agrupase, para luego compartirlo con el resto
Pues bien, en base a ello y, para ir un poco más allá de esa simple definición y, ver el interés para la comunidad educativa de la existencia de ese tipo de personas, conviene leer la utilidad que les otorga Rohit Bhargava en su manifiesto, donde considera que el futuro de la web social (esa web a caballo entre la archiconocida 2.0 y, la semántica que nos viene 3.0) se va a basar en ese tipo de rol. El de una persona que selecciona el mejor contenido de la red y lo comparte con todos. Es decir, personas que seleccionan, filtran y aportan al resto de la comunidad lo más interesante que se está haciendo o de lo que se está hablando por la red.
Todo lo anterior es muy interesante, ya que permitiría reducir la cantidad de tiempo que perdemos los docentes buscando información en la red, ya que habría compañeros que nos estarían seleccionando “las mejores informaciones educativas” que existen y, que estarían realizando la primera criba entre la gran cantidad de ruido que nos aporta internet.
Pues bien, aquí entramos en un pequeño problema que, conforme está pasando el tiempo se está acrecentando: la gran cantidad de docentes que realizan ese cribado y nos obsequian con sus maravillosos contenidos seleccionados mediante numerosas herramientas (paper.li, summify, scoop.it, etc.) que son retuiteadas continuamente en nuestro TL de Twitter (por poner un ejemplo) provocando más ruido que otra cosa.
Además, ¿alguien se cree a día de hoy que pueden existir docentes que lean un promedio de 30 artículos diarios, los analicen, los criben y decidan incorporarlos a sus herramientas de curación de contenidos? Y, todo ello teniendo en cuenta que el curador de contenidos tan sólo tendría que publicar una pequeña parte de lo leído en esa curación, por lo que la cantidad de artículos anterior tendría que ser como mínimo de 600 artículos (ya que los más optimistas defensores de la red consideran que tan sólo el 5% de artículos publicados son relevantes o aportan algún tipo de información interesante) para ser posible la publicación de esos 30.
Via
Mariano Fernandez S.,
evangelina chavez