Hacía mucho tiempo que no toco en un grupo u orquesta que no dirijo.
Pero cuando los amigos llaman hay que estar.
El desafío es grande, por lo menos para mi.
Ser el pianista de una orquesta escuela por una noche, requiere que me convierta en muchos pianistas. Que sea yo, pero no tanto.
De a ratos seré Fulvio Salamanca o Juan Polito (orquesta de Dárienzo) para recrear Felicia y este es el Rey.
Mas tarde trataré de convertirme en Osvaldo Berlingieri (eso me gusta mucho) , para interpretar su composición que hiciera famosa con la orquesta del gordo Troilo: A mis viejos.
También seré Pugliese cuando toquemos Patético, u Orlando Goñi cuando toquemos Redención, recreando a la orquesta de Alfredo Gobbi.
Seré Di Sarli en Don Juan. Seré, seré...
Es complejo tocar sin ser uno, tratando de ser el pianista necesario para que el color de un estilo se vea reflejado fielmente.
Ese es el trabajo que lleva adelante Nicolas Malbosen este proyecto maravilloso que dirige la Subsecretaria de Cultura de la Municipalidad de gral. Roca, y yo no quiero desentonar.
Repito lo que dije mas arriba: es difícil ser otro, y ser varios mucho mas difícil.
Pero los desafíos enriquecen. No ser yo por un rato me pone en una vereda opuesta en algunos momentos. Y está bueno bajarse de la comodidad de tocar lo que uno escribe.
Mientras tanto hace 10 días que martillo teclas sin parar, con el objetivo de incorporar cada detalle lo mas fielmente posible, y de esa manera disfrutar y divertirme.
Que no pare la máquina tanguera. esa en la que nosotros somos menos que un tornillo, como decía don Osvaldo.
Que no se callen los fueyes, los violines. Que el contrabajo siga marcando el rumbo y el piano navegue en bordoneos y síncopas.
Que no se detenga la máquina tanguera.
Como me lo pidió Juarez.
¡VIVA EL TANGO!
Enrique Nicolás