Cerca de casa han puesto seis huertos urbanos distintos porque cuando nos da por algo, nos da. En los últimos años, no hay ciudad que se precie que no tenga un sistema de huertos urbanos. Y es normal, porque es muy buena idea: una combinación casi perfecta de espacios verdes, actividades comunitarias y educación alimentaria.

El problema es casi todo lo demás: en plena fiebre hortofrutícola, hemos olvidado que la agricultura urbana tiene retos que comprometen seriamente la seguridad alimentaria de sus cultivos. Y que, si no nos tomamos en serio este problema, nos encontraremos promocionando tóxicos sabrosos, ecológicos y de proximidad.