¿Cómo pueden los jóvenes realizar un mejor seguimiento de su aprendizaje y cómo los compañeros, padres y docentes, pueden trabajar con ellos para hacer conexiones efectivas entre estas experiencias?
La realidad nos lleva a observar que en los aprendizajes curriculares obligatorios y homogeneizadores que contemplan los diversos sistemas educativos de cualquier país y en cualquier rango de edad, incluida la educación superior (universitaria), el empleo de las redes sociales con fines educativos es casi nula. Su misma informalidad hace que no sean aceptadas por ninguna estructura político-educativa. Por tanto, tampoco por ninguna organización educativa, desde escuelas básicas hasta universidades y menos aún en su aspecto funcional, en el día a día, pues se considera que es una pérdida de tiempo, con lo que al final de cada curso impediría llegar a los resultados que pueden mostrarse a través de un currículum.