Si hay una acumulación vital de saberes recuperables y transmisibles en el docente, también lo hay en el estudiante. No son saberes intercambiables ni homologables. Sin embargo, la acción docente no es un viaje desde la plenitud a la carencia, sino más bien una construcción compartida, la cual, sin negar posiciones y funciones específicas y diferenciadas, comporta recuperar aquello que a sus protagonistas dinamiza y modificar lo que les detiene.
En la institución educativa donde actualmente laboro (ESCA-IPN), están con esa modalidad de rediseño curricular, porque quieren mejorar la calidad educativa, que se agregue al modelo basado en competencias, ahora orientado hacia el aprendizaje basado en saberes: referenciales, procedimentales y sociales, pero aun no existe suficiente claridad teórica ni metodológica para implementar este enfoque a la realidad del contexto educativo de la formación profesional de los estudiantes, y tampoco se tienen establecidos los criterios académicos de evaluación, para implementarlos en el espacio del aula.