La evaluación del personal docente tiene dos vertientes. Por un lado, esta la evaluación formativa que, como indica su nombre, persigue el desarrollo continuo del personal que se evalúa, con el fin de ayudarle a progresar profesionalmente, facilitarle tanto maximizar sus fortalezas como reducir sus debilidades, y apoyarle en su esfuerzo por consolidar su carrera dentro de la Institución. La segunda vertiente, llamada sumativa, se refiere a la evaluación que realiza la Institución para identificar a las personas mejor cualificadas que deben ser retenidas y a aquéllas cuya labor de excelencia debe reconocerse mediante ascensos de rango y el otorgamiento de permanencias. Esta es la evaluación que culmina con las decisiones administrativas sobre la relación contractual entre el/la empleado/a y la Institución.
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La Campaña Mundial por la Educación (CME), impulsora del evento en España, no ha escogido por casualidad el lema de 2013: “¡Sin profes no hay escuela! Por un profesorado formado y motivado”.
La organización apunta que, según datos de la Unesco, para conseguir una Educación Primaria universal en 2015 se necesitan 1,7 millones más de docentes y añade que 114 países tienen déficit de maestros y maestras de Primaria.
Para alcanzar la calidad educativa es indispensable sustentarla en la formación de la práctica de valores humanos.