la diaria 6/09/2012
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El bosque, el árbol, la China…
Hace pocos meses consignábamos en estas páginas la amenaza que representa para América Latina, y Sudamérica en particular, el perfil de la relación comercial con el gigante de Asia, que reproduce aspectos de la relación histórica del vínculo entre la región y las metrópolis, como la venta desde estos países de recursos naturales finitos y la compra en aquellos mercados de manufacturas y bienes de capital. Claramente implica una contradicción para la región, desde que parte del terreno ganado en los últimos años en el concierto internacional lo debe, al mismo tiempo, al estrechamiento de las relaciones con China y al lugar que ésta le hace en el mercado mundial.
Acerca de esto, el penúltimo día de agosto, lainformación.com citó expresiones del economista costarricense Otton Solís, realizadas en el marco de la IX Asamblea General del Consejo de Administración del Parlamento de las Américas (ParlAméricas). Solís percibe que América Latina puede poner en peligro la prosperidad conquistada si soslaya la posibilidad de un eventual deterioro de la economía china, que afectaría las exportaciones masivas de materias primas hacia el país asiático. “Las noticias no son tan buenas porque, ante el menor deterioro de la economía de China, los términos del intercambio se van a desgastar, como es típico de países concentrados en exportaciones agrícolas”, explicó. Esa evolución “podría revelar la fragilidad de lo que se ha llamado la prosperidad [latinoamericana] de los últimos años”, apuntó, asegurando que “es China el factor que debilita la participación del sector industrial en las exportaciones” de la región. “La economía de América Latina está volviendo a ser una economía que participa en el mercado mundial tal y como se ha querido por muchos sectores: que exportemos productos primarios y que importemos productos industriales”, reflexionó el ex candidato presidencial. (...)
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