Uno de los aspectos que nos diferencia a los humanos, como especie, es la medición del tiempo.
Los humanos estamos obsesionados con el paso del tiempo desde la época de las cavernas. Nuestros ancestros pronto se dieron cuenta de que los ciclos del día y la noche estaban asociados al sol y la luna, así que los primeros calendarios eran tan básicos como contar las veces que se ponía o salía el sol.