En fin, que empezamos a canalizar y a reconducir los frutos de nuestros desvelos al mar primero, a depuradoras después… pero seguía habiendo un problema: Yo quiero cagar en mi casa.Acabe donde acabe la conducción, yo necesito que empiece en un cuartito de mi casa, donde se esté calentito, haya prensa del día… bueno, ya sabéis. El olor que suba del tubito aquel os lo podéis imaginar, y no arreglamos nada poniendo una tapa por buena que sea, para hacer una nueva “aportación” tenemos que destapar… y ahí tienes de nuevo el delicioso aroma. Bien, ¿qué necesitamos para cagar a gusto? Un tapón con las siguientes características: hermético, que esté limpio y que nunca se destape.La curiosa y sencilla solución es el sifón, un simple tubo con una curva.