Estamos a tiempo de corregir esta deriva deformada de la política y de la realidad. Si no lo hacen quienes están al frente de la política y de las instituciones, vendrán otros que intentarán hacerlo mejor o lo van a empeorar. Pero serán otros. Nuestra agitada historia demuestra que cuando se mueven las grandes piezas del tablero político, porque no funciona o por la resistencia en aferrarse a los cargos y a sus prebendas, aumentan las tensiones sociales y se entra en una zona de turbulencias difícilmente controlables. Se pierde el control y se navega a la deriva en espera de una nueva calma.