El vídeo termina con una escena sublime. El maestro, cualquier maestro, se va. Se va y ya no volverá. Se marcha triste. Su trabajo terminó y... Se marcha con la sensación de no haber culminado su labor, su trabajo, su tarea. Esa que le hizo venir y esforzarse cada día. Hasta que del cielo empiezan a caer aviones de papel. Como palabras. Como suspiros. Como voces que dicen sin parar: quédate, te queremos, eres nuestro maestro... Te queremos a nuestro lado. para que nos cuides, nos enseñes, nos muestres cosas que nunca veríamos sin tu ayuda. Quédate por favor... Pero al menos, si no te quedas, quédate con nuestro cariño (La semana que Víctor nos dejó un poco tristes)