La improbabilidad de un ataque terrorista nuclear #De Avanzada #noticias | Escepticismo y pensamiento crítico | Scoop.it
Un ataque que mataría a millones de personas no es sólo teóricamente posible sino que también concuerda con las estadísticas del terrorismo. Los ingenieros informáticos Aaron Clauser y Maxwell Young y el científico político Kristian Gleditsch representaron las víctimas mortales de once mil atentados terroristas en una gráfica logarítimica y observaron que se formaba una línea recta perfecta. Los atentados terroristas siguen una distribución de potencia, es decir, están generados por mecanismos que hacen que los episodios extremos sean improbables, pero no exageradamente improbables.

[...]

Cuando los terroristas invierten más tiempo en urdir su atentado, la cifra de víctimas puede aumentar de manera exponencial: una preparación que tarde el doble de tiempo puede matar, pongamos, a un número de personas cuatro veces mayor. Concretemos. Un atentado de un terrorista suicida individual, que por lo general mata conforme a cifras de un solo dígito, puede ser planeado en unos días o unas semanas. Para planear el atentado de Madrid en 2004, en el que murieron unas doscientas personas, se tardaron seis meses; y el del 11 de septiembre, en el que murieron tres mil, se requirió de dos años. No obstante, los terroristas viven un tiempo prestado: cada día que una trama se alarga supone la posibilidad de que sea desbaratada, o abortada, o de que se ejecute de forma prematura. Si la probabilidad es constante, las duraciones de los planes se distribuirán de manera exponencial. (Cronin, recordémoslo, puso de manifiesto que las organizaciones terroristas caen como moscas con el tiempo, integrándose en una curva exponencial.) Si combinamos el daño exponencialmente creciente con una posibilidad de éxito exponencialmente decreciente, tenemos una ley de potencia, con su cola desconcertantemente gruesa. Dada la presencia de armas de destrucción masiva en el mundo real, y de fanáticos religiosos dispuestos a causar un daño incalculable por una causa superior, una conspiración prolongada que provoque una cifra horrenda de víctimas no es algo impensable.